El 25 de abril de 2025, la Cámara de Diputados aprobó la eliminación de la Financiera Nacional de Desarrollo Agropecuario, Rural, Forestal y Pesquero, institución que durante años había sido clave para brindar créditos accesibles y asesoría técnica a productores del sector agrícola y rural.
La financiera tenía como propósito principal impulsar el desarrollo productivo y mejorar las condiciones de vida de los trabajadores del campo mediante servicios financieros adaptados a sus necesidades. Sin embargo, su cierre fue aprobado con 254 votos a favor y 209 en contra, generando una fuerte división política.
Legisladores de oposición advirtieron que la medida afectaría gravemente la economía rural, al dejar a los pequeños y medianos productores sin una fuente confiable de crédito.
“Esta institución funcionaba correctamente, pero en esta administración dejó de operar como antes”, declaró el diputado Mauricio Prieto Gómez (PRD).
Mientras que Rodrigo Samperio (Movimiento Ciudadano) criticó que el Gobierno “ya no se interesa por el campo, solo por programas con fines políticos”.
Por otro lado, algunos legisladores justificaron la desaparición, señalando que la financiera ya no cumplía con su función de desarrollo y que muchos de sus préstamos favorecían intereses personales o políticos.
“Los créditos iban para amigos o conocidos, no para impulsar al productor”, expresó Paola Tenorio Adame (Morena).
El argumento oficial del cierre se basó en que la institución tenía una cartera vencida del 26%, equivalente a más de 10 millones de pesos, concentrada principalmente en diez grandes deudores. Aun así, la decisión dejó a miles de campesinos sin acceso a financiamiento accesible, obligándolos a recurrir a la banca privada, donde las tasas de interés son mucho más elevadas.
Antes de su desaparición, la Financiera Nacional apoyaba a más de 1.5 millones de ejidatarios y 110 mil pequeños productores, otorgando recursos por cerca de 70 mil millones de pesos al año.
Hoy, los agricultores denuncian que el cierre los ha dejado en completa vulnerabilidad económica.
“Ya no tenemos banca de desarrollo; los créditos ahora son muy caros y casi inalcanzables”, afirmó José Luis Quevedo, productor sinaloense.
En tanto, Emma Aída Espinoza, también agricultora, señaló que “los insumos subieron demasiado y sin apoyo financiero no se puede producir”.
En síntesis, la eliminación de esta institución ha profundizado la crisis en el sector agropecuario mexicano, dejando al campo sin un respaldo financiero que por décadas fue su principal herramienta de crecimiento y estabilidad.